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La relación con un niño con TDAH: Padres, hermanos, profesores


Lo primero y no es lo más importante, intentar ser tolerante con la sintomatología de este niño. Tolerante en el sentido de intentar comprender que a veces no puede controlar porque el que sea TDAH no nos exime de nuestra responsabilidad de educar como padres y profesores, como hermanos aprendemos a convivir.

Ante la actividad motora incesante y sin finalidad habrá que darle espacios para que se mueva, por ejemplo. Durante la comida que sea el encargado de traer y llevar a la cocina lo que se precise, ser el responsable de atender el teléfono, telefonillo…; mientras hace la tarea escolar (salvo la que requiera escribir) dejar que el niño pasee o se mantenga de pie. En el colegio, darle encargos como repartir material, recogerlo, acudir a secretaria para un recado…

En el tema de la impulsividad, es muy importante sentarse con él para que se dé cuenta que las cosas no suceden al azar, sino que tienen un principio y un final, habitualmente un compañero no deja de hablarte porque sí, o el profesor te tiene manía o tu hermano sino que a lo mejor si ningún día llevas la tarea hecha al colegio lo normal es que el profesor te llame la atención, si entras en la habitación de tu hermano le coges un juguete o algo valioso para él sin pedir permiso y luego lo dejas no se sabe dónde no te permita entrar en su dormitorio. Si en el patio, al ver que no te haces con el balón le has dado una patada al más próximo pues es lógico que esté molesto contigo. Al reflexionar con el niño nos sorprenderemos que muchas veces no es consciente de haber hecho nada de lo que le estamos indicando, pero poco a poco y con paciencia irá cogiendo el pulso a su propia vida y entre todos (cada uno en su ámbito) le ayudaremos a marcarse unos límites (retirarse en el fútbol, pedir permiso al hermano para hacer uso de lo que sea, apuntar en la agenda la tarea).

Y, por último, para ayudarle en el déficit de atención es bueno sentarse con él a estudiar, de tal forma que sepa cuando está centrado en la tarea y cuándo no. Ayudarle con técnicas sencillas, estudiar en voz alta, utilizar distintos colores para el subrayado y que le faciliten la retención de datos, siempre repasar ortografía y cálculo, seguir un orden establecido aunque estemos cansados, los tiempos de descanso que nos señalemos son eso “tiempos de descanso” no actividades a “medio hacer”, ponerse a estudiar en lugar y hora fija, preparar la mochila del día siguiente con la agenda escolar en la mano (hay deporte, no lo hay)… y todo esto trasladarlo al ámbito doméstico: antes de ir al baño para ducharme ¿qué necesito?, para poner la mesa ¿Qué vamos a comer, en consecuencia qué platos y cubiertos hay que llevar?, si salimos de viaje anotar lo que necesito (no es lo mismo irse a la playa que a esquiar), si salgo a pasar el fin de semana a un campamento deportivo anotar lo que me llevo para volver a casa sin olvidar nada. Muy importante, que el tiempo libre sea aprovechado en consonancia con las exigencias académicas, los padres no podemos crear mundos antagónicos: de lunes a viernes ejercitar la atención en el colegio y sábados y domingos actividades que no requieran ninguna capacidad atencional. De ahí, la necesidad de utilizar los tiempos libres con ocupaciones y aficiones que exijan de la capacidad atencional y reflexiva.

En el tema amigos, es importante ayudarle no tanto a hacerlos como a mantenerlos. Enseñarle a pedir perdón cuando corresponda, a ceder en el juego, a perder sin enfadarse, a prestar sus cosas y ayudarle a que se respete el a sí mismo y no se deje manipular por sus compañeros, convirtiéndose en el Jaimito de la clase o en el bufón del grupo.

Por: CARMEN ÁVILA DE ENCÍO

 

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