El primer tema en el que hay que entrar es en cómo se han distribuido las tareas entre el hombre y la mujer en el matrimonio.
Hay muchos estereotipos de atribución cultural acerca de lo qué es lo masculino y qué es lo femenino. Eso ha penetrado en el matrimonio. Hasta ahora había un modelo muy injusto, y es que al hombre se le había atribuido un papel de animal proveedor, lo cual nos viene desde el Neolítico. Pero como era el animal proveedor del hogar, y lo sigue siendo, lo que hacía era desinteresarse de las demás cosas, y eso lo ha hecho también muy bien. Se ha convertido en un padre delegador de la educación de sus hijos en la mujer. Delegaba todo en la mujer: pagar un recibo, buscar chica, llevar al niño al médico, ir a hablar con el tutor, educar en los modales, etc. Esto ha funcionado así hasta la mitad del siglo XX.
Se ha montado un modelo de familia en el que la madre tiene instinto materno, y el marido no tiene nada. De instinto paterno no se ha hablado nunca, parece que no existe. Pero sí existe y hay muchas pruebas y datos documentables, empíricos y críticos.
Esto es una atribución social a lo que es masculino y femenino absolutamente equivocada y probablemente interesada. Pero se rompe en el momento en que lo que era “normal” respecto de los papeles que tiene que hacer el hombre y la mujer dentro del matrimonio estalla. Es cuando los matrimonios empiezan a romperse. Y esto da origen a muy diversos tipos de familia. Tenemos la familia reconstituida, la familia monoparental, la familia sin familia, las parejas de hecho, las movidas sentimentales…todos los modos que queráis. Lo cual nos permite volver a donde estábamos al principio: Cuál es el papel del hombre y la mujer como padre y como madre.
Vamos a seguir con los papeles que la sociedad les ha atribuido. Unos probablemente estén muy bien fundados, porque tienen a su vez un sustrato biológico y psicológico que garantiza el que eso sea así y no de otra manera. Pero otros, la mayoría han sido el gran engaño de muchos siglos.
Yo no digo que, el papel del varón sea ahora limpiar pañales o dar de mamar. Lo que si estoy seguro es que la mayor parte de los padres no son padres porque desatienden por completo todas las funciones que un padre tiene que hacer con un niño desde que nace. El padre se incorpora al rol de la paternidad cuando el niño tiene ya 5 años, y a esa edad es que no se han enterado de nada, y tampoco el niño se ha enterado de que tenía papá.
Un tema que es también enorme en el ámbito de la psicología es el apego, es decir, los vínculos fuertes que se establecen entre un recién nacido en los primeros años de la vida con sus padres. Y todo el apego está dependiendo de la relación madre-hijo, el padre no aparece, y esto es una gran mentira, una gran falsedad. Y eso no es porque el varón sea un animal vago o escandalosamente señorito, aunque en parte sí porque esa es la gran jugada: hoy la mujer trabaja 14 horas y el hombre como mucho 8, porque ella trabaja fuera tanto como él y a lo mejor es también más proveedora que él en cuestión de productos materiales, y a la vez tiene que trabajar horas en casa que es otra súper jornada.
El marido no es que no tenga buena voluntad de colaborar, sino que no cree que esa sea su función, y está viviendo con una convicción errónea, pero al fin y al cabo convicción. Lo importante es que está siendo privado de lo que más podría engrandecerle como hombre realizando la paternidad. Por tanto, no es que lo hagan por egoísmo, sino que el propio modelo social les ha conducido por ahí.
El hecho actual es que el padre está ausente de la familia, está menos tiempo del que debiera en más puntos que son irrenunciables para los hijos, con un protagonismo materno excesivo (por la ausencia paterna); en algunos casos además porque a la ausencia del padre se suma la ausencia de la madre, y por tanto podemos hablar de una familia sin padres. Los grandes sufridores son primero los hijos, luego el padre y la madre, y como consecuencia de ello en tercer lugar cronológico, pero no menos importante desde el punto de vista ontológico, la sociedad entera. Hoy la gran sufridora de todos estos desvaríos es la sociedad entera, que suele llevar también a una crisis de estado y de gobierno. Las consecuencias, entonces, son terribles.
Un padre ausente es un padre al que todo este lenguaje emotivo (sin caer en el emotivismo, pero dándole importancia) no le ha funcionado. Por eso, en gran parte al hombre le cuesta mucho manifestar las emociones. Eso tiene que ver con el apego infantil y los primeros vínculos, y mucho. También tiene que ver con el temperamento, que es una variable de tipo hormonal, biológico, no cambiante a lo largo de la evolución de la vida de cada persona. Aunque también tiene que ver con la educación. Y también tiene que ver con los estilos emocionales transmitidos de una generación a otra. Y con los estilos emocionales transmitidos de la familia de origen a la nueva familia que un joven y una joven forman.
Cuando el padre está ausente, hay muchos déficits como consecuencia de ello. Hay déficit perceptivo, déficit en el desarrollo visomotor, déficit en el desarrollo de la psicomotricidad y de los movimientos finos y gruesos motores, hay déficits afectivos importantísimos, hay déficits cognitivos, en habilidades sociales. El que a una persona no le cueste tanto presentarse, saludar, hablar, quedar, convivir, lo que constituye el entramado de las mil y una relaciones humanas en el contexto y ámbito de lo que es la sociedad, tiene mucho que ver con que en una familia las puertas estén abiertas, las ventanas abiertas, se recibe a todos el mundo, si llaman por teléfono todo el mundo les parece encantador; por el contrario, no tiene que ver con aquella familia en que las puertas están cerradas, las ventanas también, allí no se invita nunca a nadie, jamás llama por teléfono nadie, no se habla de nadie, etc.
Y esto también tiene que ver con la autoestima, y con la heteroestima, y con la importancia que para cada persona tiene lo que las demás personas piensan, o el modo en como los demás le quieren. Es decir, que tiene que ver con las adscripciones bio-psico-sociales a lo largo de todo el despliegue natural de una persona.
Dicho de otra manera: el padre es tan necesario como la madre en la educación, desarrollo y génesis de todas las funciones psíquicas de los hijos.
La autoridad entre el marido y la mujer debe estar distribuida, la estructura familiar no es monárquica, sino bicéfala. Son dos modos distintos de ser en el mundo, ambos igualmente necesarios, ninguno de ellos renunciable ni prescindible ni sustituible por el otro, y ambos incidentes en desarrollo, origen y génesis de todas las habilidades, funciones, capacidades, estrategias, destrezas de los hijos. Ningún papel social y personal dependiente del género y del sexo son hoy, tomados individualmente, completos. Son incompletos, por eso tienden a completarse, y por eso se necesitan y se exigen recíprocamente.
Es una realidad, el padre está todo el día trabajando. Será una excelente persona, pero a lo mejor se tira 16 horas trabajando, porque luego querrá llevar a los hijos a un colegio mejor. Es un hombre generoso al que habría que elogiar muchas cosas. Esto es un padre de verdad. Solo que esa ausencia no hace ningún bien a su hijo, porque no le educa, no le hace crecer, incluso biológicamente. Un padre que coge a su niño y se le lleva al mercado y va diciendo: “esto se llama así, y es así por esto…”, pues el niño tendrá un lenguaje muy rico, y fomentará la creatividad porque el padre saca tiempo de donde no pueda y el niño lo ve. Y esto será algo que aporte un gran beneficio al padre también porque si es un hombre casado con hijos, la cuestión de la paternidad vivencialmente no la penetra en toda su vida, no se entera. Pasa por la paternidad sin romperla ni mancharla. No se ha enterado de lo que es, y eso le hace daño, porque luego a los 40 o 50 años, empiezan a echarla de menos y le vendrá el furor de la paternidad.
La paternidad uno la tiene que hacer grande. Cada vez que un padre afirma a un hijo, en lo que sea, aunque tenga un año, se estará afirmando así mismo como padre, aunque no lo esté haciendo por eso. Pero simultánea e inevitablemente sucede: si usted afirma a un hijo, se afirma como padre. Si está recién casado con 30 años y tiene un niño, afiáncelo como niño, dedíquele tiempo, páselo muy bien con él. ¿Usted lo pasa bien con sus hijos? Entonces su familia marcha bien.
Por: AQUILINO POLAINO-LORENTE