La palabra “ansiedad” viene del término latino “anxietas” derivado de “angere” que significa estrechar y, se refiere a un malestar físico muy intenso que el niño percibe subjetiva y conscientemente como un estado de aprensión, tensión y preocupación. La ansiedad se presenta ante estímulos que el niño percibe como potencialmente peligrosos e incluye síntomas neurovegetativos (vómitos, dolores de cabeza), conductuales (inquietud, temblor, inhibición motriz), cognitivos (sentimientos de temor y aprensión respecto a acontecimientos desgraciados que pudieran suceder) y vivenciales. Por tanto, ante situaciones percibidas como amenazadoras, los niños con un nivel elevado en ansiedad serán más propensos que los niños con un bajo nivel de ansiedad a responder con temor y aprensión.
Consustancial a la ansiedad es la anticipación del peligro, mientras que el miedo se caracterizaría por surgir frente a estímulos concretos.
La ansiedad puede ser una experiencia humana normal, puede formar parte del cuadro clínico de enfermedades pediátricas y/o psíquicas y puede constituir un trastorno cuando la angustia es el síntoma predominante y tiene claras repercusiones en el bienestar personal y social del niño.
Este cuestionario está pensado para niños de ocho a trece años.
Por: Carmen Ávila de Encío