Algunos niños tienen como un instinto de imponer su voluntad a los demás. Ellos mismos, muchas veces, ni se dan cuenta siquiera; pero siempre lo disponen y ordenan todo: el juego con el que se van a entretener durante el recreo, los libros a consultar en un trabajo en grupo, quién hace de voluntario o secretario en la clase, etc.
Estos niños son de los que primero proponen una iniciativa; pero en un tono que apenas admite discusión y, si acaso hay quien no se somete a ellos, experimentan una contrariedad que no les es posible disimular. Suelen, entonces, acusar a quienes se les oponen o no les hacen caso, sin caer en la cuenta de que el defecto está en sí mismos, en su injusto deseo de coaccionar.
A estos rasgos descritos llamamos carácter dominante: en síntesis, una especie de manía de disponerlo todo para sí y para quienes con ellos tratan.
El carácter dominante encierra dificultades. Si la persona que lo tiene no se vigila y modera, es capaz de cometer muchos abusos. Directamente no suele salir perjudicada por su actuación, pues es habitual que logre lo que se propone; pero sí indirectamente pues tal persona puede hacerse muy molesta a los demás por sus continuas sugerencias e incitaciones que no dejan a nadie vivir tranquilo junto a él, absorbiendo, además, de este modo la libertad de acción, la capacidad de disponer de sí mismos, de quienes le rodean, cualidad que todo el mundo quiere, lógicamente, para sí.
Este cuestionario está pensado para niños de ocho a trece años, quienes deberán rodear con un círculo en la columna SI cuando hayan notado que ellos piensan, sienten o les ocurre lo que se les pregunta, encaso contrario deberán rodear con un círculo en la columna NO.
Por: Carmen Ávila de Encío