Basta con establecer una comparación entre el sistema familiar en el momento actual respecto a épocas anteriores para apreciar que existen diferencias notables en cuanto a la estructura y funcionamiento familiar. Aparentemente, podemos suponer que, en virtud de una serie de acontecimientos que están presentes en el momento actual, como son el número de divorcios y separaciones conyugales, la disminución del número de matrimonios, el descenso de la natalidad, o bien un cúmulo de elementos de tipo cultural, como las dificultades para compaginar trabajo y vida familiar, una valoración negativa de una descendencia familiar amplia frente a la idea de bienestar o aporte de medios idóneos para la formación de los hijos, etc., la familia como tal se está deteriorando en lo que se pueden considerar sus elementos más esenciales.
La familia, ciertamente, es una estructura social y cultural que en su realidad actual difiere bastante de otros modelos anteriores, pero pensamos que más que por un fenómeno de deterioro, es por un fenómeno de cambio. La familia cambia porque está sujeta al influjo de la cultura y de la sociedad en la que se desenvuelve y, por ello, modifica sus estructuras adaptándose a esos cambios. Pero esta concreción y configuración de manera diferente a otras épocas, no necesariamente supone una renuncia a esa otra realidad tan profunda y esencial que denominamos «familia». J.M. Burgos (2001)6 en un análisis histórico de este fenómeno, señala que un método para comprender lo que hoy ocurre es describir un proceso similar que comenzó en Europa hace aproximadamente un siglo: el paso de la familia tradicional a la denominada familia moderna o nuclear.
LA FAMILIA TRADICIONAL
La familia tradicional o premoderna7 hace referencia a un tipo de familia muy estable y fuerte que fue el prevalente en toda Europa antes del fenómeno de la industrialización. Se trataba de una familia patriarcal. El padre era quien detentaba el poder, que era completo y absoluto. Era, además, una familia numerosa y extendida. Se tenían muchos hijos y las relaciones con las familias de los hijos y de los parientes eran muy intensas y frecuentes. Hasta el punto de constituir en ocasiones un auténtico clan familiar. La familia tradicional, además, estaba muy enraizada en el lugar de residencia y en la sociedad desde muchos puntos de vista: económico, social y cultural, etc.
Estos rasgos característicos se expresaban en una serie defunciones sociales que la familia desarrollaba y que eran fundamentalmente las siguientes:
* La familia era una unidad de producción económica (agrícola o artesanal) y de consumo porque familia y trabajo estaban estrechamente unidos: se trabajaba en familia, con las propiedades y en los terrenos de la familia y con los miembros de la familia. Esto hacía que esta institución fuese muy importante desde un punto de vista social porque en ella residía buena parte de la capacidad productiva de la sociedad y de su riqueza. Tenía, además, el efecto de unir de manera muy intensa a los miembros que la componían. Basta pensar, por ejemplo, que, a causa de esta estructura, estaban mucho tiempo juntos y la profesión se aprendía dentro de la propia familia y del propio padre.
* Era la principal transmisora de los valores culturales y religiosos. Las personas se educaban solo o principalmente en la familia y allí era también donde se transmitían los valores culturales (lengua, costumbres, etc.)de una generación a otra. Como, además, la cultura campesina tiende a ser tradicional y conservadora, esta transmisión de valores era particularmente estable y sólida.
* Era el lugar de la socialización primaria y secundaria y de la integración social de los sujetos. En la familia la persona aprendía y adquiría los conocimientos y capacidades necesarias para entrar en relación con los otros tanto a nivel primario como secundario. Constituía además un elemento esencial para integrar y estabilizar al sujeto en su entorno social.
De acuerdo con estas características esenciales propias de este tipo de familia, se pueden extraer a modo de resumen las siguientes conclusiones:
* En estas sociedades, la familia tenía una importancia central tanto desde el punto de vista de la formación de las personas como por lo que se refiere a la estructuración de importantes elementos sociales como la riqueza, los medios de producción, la formación de las profesiones y de las clases sociales, etc.
* La familia no se veía como algo privado sino como una institución social, es decir, como una estructura esencial para la correcta articulación de la sociedad. Planteamiento que producía, a su vez, una visión especialmente positiva de las dimensiones familiares que más influyen en este aspecto: procreación, producción y transmisión de riqueza, relación con otras familias, etc.
* A veces se ha indicado que, precisamente por esta importancia social tan grande, este tipo de familia habría infravalorado los aspectos afectivos e interpersonales a favor de los elementos objetivo-institucionales. Parece que se puede afirmar, efectivamente, que en la familia tradicional se dio una cierta primacía de la institución sobre el individuo que se manifestó, entre otras cosas, en un fuerte influjo del grupo familiar en las decisiones matrimoniales, profesionales y educativas de sus miembros.
LA FAMILIA NUCLEAR
Debido a los procesos de modernización social, la familia tradicional no fue capaz de resistir los enormes cambios derivados de estos hechos y los fenómenos que modificaron esta estructura fueron, fundamentalmente dos (J.M. Burgos, 2001)8. La industrialización desempeñó un papel decisivo al separar el lugar de trabajo del lugar de la familia. L introducción de los modernos métodos de producción industrial hizo que ya no fuera posible trabajar solo o fundamentalmente en el entorno familiar y de este modo desaparecieron muchas de las funciones que la familia cumplía antes. Dejó de ser un centro de producción económica y un lugar de formación profesional por lo que disminuyó también su papel socializador.
Un segundo fenómeno, ligado al de la industrialización, fue el del urbanismo. El traslado del campo a la ciudad implicó para las familias un corte radical con su cultura campesina y, consiguientemente, un fuerte desarraigo social y un debilitamiento de las relaciones de parentesco, que son muchos más difíciles de mantener en las ciudades industriales por la mayor movilidad, los problemas de alojamiento, etc.
Una de las consecuencias que produjo el conjunto de estos cambios fue la privatización de la familia. A1 desaparecer muchas de sus antiguas funciones dejó de ser vista como una institución social y empezó a considerarse fundamentalmente como un lugar de relaciones personales, un espacio privado colocado fuera del conjunto de la realidad social. Conectado a este fenómeno se encuentra también el de la reducción de la familia, en primer lugar porque disminuyó el número de hijos, pero también porque el desarraigo urbano mermó notablemente las relaciones con los parientes.
El resultado de todo este proceso es lo que se ha denominado familia nuclear y que podemos describir sintéticamente del siguiente modo: está compuesta por los padres con algunos hijos y quizá algún familiar, los cuales crean un ambiente privado – fuertemente separado tanto de la sociedad como del trabajo del padre- en el que se concede una importancia nueva y relevante a las relaciones interpersonales, tanto entre la pareja como entre los padres y los hijos. Cambia parcialmente el papel de la mujer, que adquiere una mayor igualdad con el hombre, pero al mismo tiempo se produce una división muy precisa de los roles familiares: al hombre le corresponden los papeles sociales y productivos fuera del hogar y a la mujer, los afectivos y privados en su interior.
Este proceso evolutivo se llegó a interpretar como un fenómeno social que implicaría necesariamente una pérdida de importancia de la familia en la sociedad moderna, pensándose incluso que la familia había sido importante en el pasado, pero que no era una estructura social necesaria que incluso llegaría a desaparecer. La posición más científica fue la propuesta por T. Parsons (1955)9 que estableció una correlación entre nuclearización de la familia, pérdida de poder y especialización funcional. Es decir, por un lado se ha instaurado un proceso de pérdida de funciones (económica, educativa, social, etc.) por el que la familia nuclear, al contrario de la familia tradicional, no sería capaz de desarrollar tales funciones y sería poco a poco sustituida por otras estructuras sociales (industria y mercados, colegios, medios de comunicación, Iglesia, etc.). Pero a su vez la familia se especializaría en el desarrollo de unas pocas funciones pero muy importantes: la estabilización de la personalidad adulta y la socialización primaria de los hijos.
Gracias a la existencia de una relación mucho más dinámica y compleja entre la estructura social y la familia que la que existía en el pasado, la familia nuclear desempeñaba un conjunto de funciones no de modo exclusivo, sino compartiéndolas con la sociedad y que podemos especificar en las siguientes10:
- Función económica. La familia continúa siendo importante desde el punto de vista económico en lo referente al consumo y a la gestión del presupuesto familiar, pero también en el volumen de actividad comercial ligado a empresas familiares.
- Funciones educativas y de socialización primaria. A pesar de la creciente importancia del centro escolar y de otras entidades educativas, la familia resulta fundamental en la formación de la personalidad del niño y del adolescente.
- Funciones de socialización secundaria. La familia continua influyendo de manera importante en la inserción de la persona en la sociedad y en el mundo del trabajo a través del patrimonio cultural, las motivaciones, las oportunidades y los apoyos que a sus miembros.
- Asistencia y cuidado de los miembros más débiles de la sociedad. Aunque hoy están sólo de manera parcial a cargo de la familia, su papel es todavía muy importante y en la mayor parte de los casos insustituible.
- Funciones de estabilización de la personalidad y de control socio-cultural. Por la propia complejidad de la sociedad y el creciente proceso de individualización aumenta la importancia de la familia como lugar de afianzamiento de la identidad individual.
Sin embargo, es también cierto que pese a todo existe una falta de concienciación por parte de la sociedad, de los medios de comunicación social e incluso de la misma familia respecto a la importancia de todas las funciones sociales que desempeña y que dependen de ella.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA FAMILIA NUCLEAR
La familia nuclear existe ciertamente y se podrá decir que en general es el modelo que caracteriza la estructura familiar en nuestra sociedad, pero ha sufrido últimamente tantas modificaciones que permiten plantearse la posibilidad de hablar de un nuevo tipo de familia, o, incluso, de una pluralidad de modelos según lo que parece ser característico de las sociedades post-modernas. Pero estos nuevos tipos de vida familiar todavía no pueden ser descritos de modo preciso porque se encuentran en intensa evolución. Por la gran rapidez con que se producen los cambios todavía hoy no es posible establecer parámetros claros y precisos para caracterizarla. Por eso hay autores (Martinelli, 1994)11 que denominan este proceso familia post-moderna, precisamente porque el término postmoderno indica un periodo de transición que se da cuenta principalmente de lo que le diferencia del pasado pero no tiene todavía una conciencia de la propia personalidad. Y otros autores (Del Campo, 1991)12 hablan en términos más sociológicos de familia posnuclear.
J.M. Burgos (2001)13 identifica algunas de las líneas de fuerza, que en su opinión son dos. La primera es la existencia de una crisis social y de un sentimiento de crisis; la segunda, la presencia de un profundo proceso de transformaciones culturales.
LA TRANSFORMACIÓN COMO CRISIS SOCIAL
Parece evidente la existencia en nuestra sociedad de una crisis social, es decir, de un debilitamiento y ruptura de las principales estructuras familiares. La familia nuclear parece que se reduce poco a poco (padre y madre con uno o dos hijos, o ninguno) y después se fragmenta: familias monoparentales, familias unipersonales, las familias de los divorciados, las familias de hecho, las convivencias, las uniones de homosexuales, etc. Aun aceptando su existencia y entidad de ha subrayado que hay que estudiarla y comprenderla teniendo muy claro que hoy, en la mayor parte de los países occidentales, el modelo de familia clásico y estable continúa siendo la elección habitual de la mayor parte de los ciudadanos. Esto significaría que nos encontramos ante una crisis parcial, que está erosionando un modelo que, sin embargo, es todavía el más común y aceptado. Y, por otro lado, no parecen encontrarse los remedios adecuados para invertir la tendencia hacia la atomización y fracturación de los núcleos familiares que caracteriza hoy a las sociedades occidentales.
La transformación como cambio social y cultural.
Debido a los cambios sociales y culturales la familia nuclear está inmersa en un profundo proceso de transformación y en una exposición un tanto somera, podemos determinar los siguientes factores.
- La inserción de la mujer en el mundo del trabajo es uno de los factores esenciales que ha modificado la estructura familiar. Se trata, ciertamente, de un hecho positivo ya que permite a la mujer desarrollar todas su cualidades personales, pero este hecho plantea, al mismo tiempo, cuestiones y dificultades completamente nuevas y de solución muy difícil, ya que la mujer, sobre todo en los primeros años del matrimonio, cuando los hijos son pequeños ejerce un papel decisorio para la estabilidad y fortaleza de la familia, pero todavía se está lejos de encontrar sistemas adecuados que permitan compatibilizar correctamente el desempeño de las actividades profesionales y las familiares.
- El logro de la igualdad entre el hombre y las mujeres, asimismo una novedad importante y positiva que ha supuesto una revolución en la estructura familiar pero que, por eso mismo no está exenta de problemas. Por una parte favorece una relación de igualdad entre la pareja que, además de ser adecuada, contribuye a aumentar el clima de confianza y de respeto mutuo. Pero plantea el problema de la caracterización y especificación de la diversidad, como se advierte fácilmente en la cuestión de la distribución de los roles familiares en el hábitat doméstico.
- Otro factor importante son los problemas demográficos propios de las sociedades desarrolladas y que influyen en la familia de manera diversa. Por ejemplo, el alargamiento de la vida media de las personas unido también a la disminución de los nacimientos, hace que la vida de la pareja sin hijos se alargue mucho con respecto a otras épocas, lo que crea situaciones nuevas que hay que aprender a gestionar (esto es particularmente importante para la mujer si no tiene un trabajo fuera del hogar); en otro sentido, el envejecimiento global de la sociedad crea a veces situaciones complejas: aumento de ancianos solos y sin familia o de ancianos que causan problemas en la familia de quien dependen. Otro elemento de tipo demográfico, la caída dramática de la fecundidad en algunos países produce un empobrecimiento de la riqueza humana dentro de la familia.
- La mentalidad divorcista supone un cambio en la concepción del matrimonio, que ya no se ve como una elección para toda la vida, sino como un contrato, una prestación recíproca de servicios que se puede rescindir en cualquier momento: «hace renunciar al compromiso de vincularse establemente con otra persona y generar hijos, o bien induce a considerarlo como una de tantas ‘cosas’ que es posible tener o no tener, según los propios gustos, y que entra en competición con otras posibilidades «14.
- La secularización, un fenómeno muy difundido en nuestra sociedad, no es un factor estrictamente familiar pero tiene su importancia porque la falta de un punto de referencia religioso claro atenúa la disposición moral que resulta necesaria para cumplir los compromisos que requiere una familia estable o mantener una actitud positiva y coherente en relación con la vida humana.
- La ingeniería reproductiva es un nuevo mundo que posee toda la fascinación, los peligros y las promesas de lo desconocido. Crea posibilidades ignoradas hasta ahora que pueden favorecer una procreación digna del hombre y la superación de antiguas dificultades pero plantea también muchos problemas morales cuya causa fundamental es la separación que la técnica ha hecho posible entre sexualidad y procreación. La fecundación in vitro, las madres de alquiler, los tratamientos de fertilidad, los problemas ligados a la clonación, la superación de situaciones de esterilidad, etc., son situaciones nuevas y con un trasfondo cultural de gran calado que todavía deben asimilarse tanto desde un punto de vista moral como cultural.
- La sexualidad juega un papel mucho más importante que en el pasado. Antes se consideraba, fundamentalmente, como una potencialidad esencialmente orientada a la reproducción. Hoy, en cambio, sin negar ese aspecto evidente, se tiende a considerarla también como un valor en sí mismo, independientemente de sus efectos reproductivos. De ahí surge toda una cultura de la sexualidad -hoy en día claramente descontrolada y artificialmente exagerada, que afecta de modo muy directo al modo con que se viven las relaciones de pareja desde el mismo inicio de la adolescencia.
- Por último, los medios de comunicación plantean problemas muy especiales. Son actualmente piezas fundamentales en la formación de la mentalidad y del comportamiento y están creando nuevas e insospechadas formas de comunicación entre los hombres. Sin embargo, resulta evidente que en los medios de comunicación predominan hoy en día modelos sociales contrapuestos a los valores familiares.
Todos estos factores no se presentan uno por uno sino conectados entre sí con la complejidad típica de las sociedades posmodernas, lo que dificulta la misma elaboración de los modelos de referencia cultural ya que las variables en juego son tantas que parece, en la práctica, que debería ser cada familia la que diera su respuesta individual al conjunto de problemas y de cuestiones con las que se enfrenta. Pero todo esto también tiene su parte positiva ya que, efectivamente, se puede ver como una llamada a la iniciativa, a la creatividad y a la responsabilidad personal para hacer que esta libertad tan amplia y promovida por los recientes cambios sociales adquiera en el propio ámbito de vida y de trabajo una forma adecuada al desarrollo de los valores familiares.
Por SALVADOR CERVERA ENGUIX
6 J.M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, en Pensar la familia, Andrés Gallego, ; Pérez Adan J., (Eds). Ediciones Palabra. Madrid, 2001.
7 G. Campanini, Realitá e problemi della famiglia contemporanea, en Compendio di sociología de la famiglia, Paoline, Milano 1989, pp.30 ss.
8 Cfr. J. M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, pg.79 ss, en Andrés Gallego J.; Pérez Adán, J. (Eds). Pensar la familia. Ediciones Palabra. Madrid, 2001.
9 T. Parsons, R.F. Bales, Family, Socialization and Interaction Process, Free Press, Glencoe 1955.
10 Cfr. P.P. Donati, P. di Nicola, Lineamenti di sociología della famiglia. Un approccio relaciónale all «indagine sociologica, en «La Nuova Italia Científica», Roma 1991, pp 43-58.
11 Cfr. S. Martinelli, Le famiglie in Italia. Cambiamenti sociodemografici e tranformazioni culturali, La societá, 2 (1994), pp. 345 ss.
12 Cfr. S. del Campo, La «nueva» familia española, Eudema, Madrid 1991, pp. 15-30.
13 J.M. Burgos, Hacia un nuevo modelo de familia, en Andrés, j; Pérez, J. (Eds.), en Pensar la familia. Ediciones Palabra, Madrid 2001 pp. 87 ss.
14 Juan Pablo II, Centesimus annus, n. 39