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Hogar, dulce hogar


Todos queremos que nuestras casas sean esos hogares agradables donde se aprenda, se conviva, se disfrute unos de otros, haya un enriquecimiento mutuo. El hogar es el rincón del mundo donde uno debe de estar a gusto, donde recupera las fuerzas perdidas durante la jornada y donde encuentra la paz de su espíritu.

Esto parece mas bien la información de un balneario de tercera edad o de una casa rural… y parece que está reñido con tener una familia con hijos pequeños, menos aún si hay adolescentes en la casa, o donde la economía no permite tener un servicio que cubra todas las necesidades, o donde la madre trabaja…

¿POR QUE? ¿ES QUE LA PAZ ES AUSENCIA DE RUIDOS?, ¿ES QUE LOS NIÑOS NO DAN ALEGRÍA? ¿ES QUE LA FELICIDAD ES AUSENCIA DE CONFLICTOS? ¡OJO!, ESO ES LO QUE NOS VENDEN EN LA PUBLICIDAD Y EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.

Está muy comprobado que una persona puede tener paz, aunque corra bastante y su agenda esté llena; porque la paz es algo interior, que tiene que ver con la tranquilidad de hacer lo que debo y estar en lo que hago. Uno disfruta más de esta vida cuanta más importancia le dé a lo que lleve entre manos, uno es feliz cuando está convencido que es mucho más primordial ser que tener. Por otra parte, también es de todos sabido que resulta imposible que no se den los conflictos; pero lo importante y lo posible es vivir con ellos con un margen de optimismo de espíritu aventurero…

Si una de las claves para disfrutar de la vida y sentirse satisfecho de nuestro vivir, es ser consciente de la importancia de lo que llevamos entre manos, yo he cogido el ordenador para deciros que lo más importante que hacemos en nuestra vida es educar a esas personitas que son mías, hasta el limite de su libertad. 

Os quiero decir que muchas de las pistas para ser feliz andan por aquí, en lugar de estar en el apartamento, en el coche, en la operación bancaria…. Y si te animas ¡haz la prueba!

El comportamiento del niño hace referencia al desarrollo socioafectivo. Este es una consecuencia de las influencias ambientales y de las circunstancias o personas que rodean al niño, y de su interacción con factores personales innatos. En cualquiera de las etapas evolutivas influye decisivamente el ambiente familiar. No se venden ambientadores familiares. No se compra, pero se concreta en el afecto de los padres entre sí, en la demostración de ese cariño (el niño tiene que advertirlo) y en la exigencia de los padres, que debe ser adecuada para los hijos. Cuando estos dos factores no están presentes – o lo están de forma errónea- en el clima familiar, surgen dificultades en el desarrollo emocional que pueden llegar a ser patológicas o simplemente darán lugar a un comportamiento inadecuado. Y en esa casa, lógicamente no se vivirá en paz.

Con esto nos damos cuenta que el ambiente familiar es educativo en sí, para que resulte positivo hay que plantearse como en cualquier empresa: qué objetivos persigo, con qué personal cuento, quiénes son mis clientes y cómo voy a conseguir esto que me propongo. Habrá que invertir, que es lo que estáis haciendo ahora, para aprender, para saber, para ser experto en educación. Estamos hablando de tener un proyecto educativo ¿qué metas me propongo? Creo que las que de un modo más o menos consciente todos tenemos son las siguientes:

Que mis hijos sean:

  • Gente sana física y psíquicamente.
  • Que por su trabajo y capacidades puedan ocupar un lugar en la sociedad.
  • Que sean felices y generen felicidad dentro de las posibilidades del mundo en el que vivimos, para esto tendrán que poseer unos valores que les servirán de timón para ir en una dirección y a la vez de anclaje para no dejarse llevar por las tormentas o los motines que se puedan dar a bordo.

Cualquier arquitecto sabe que es más importante el proyecto que la obra en sí. Necesita un tiempo de estudio sobre el papel, no se puede construir una casa improvisando. Los padres entre sus manos tienen la obra más grande y ambiciosa de todas las que pueden tener ¿por qué van a improvisar con los hijos? Cabe aquí pensar en la Imagen del padre arquitecto versus padre bombero (quizás siendo bombero no se queme nada, pero tampoco se construye nada y eso a la larga quema).

Este proyecto se debe realizar entre los dos (padre y madre) y repasar con cierta frecuencia, sino es así estamos educando a golpe de improvisación o de acontecimiento y ahí falta coherencia, por lo tanto, no es una educación positiva ya que no es estable, no tiene unas raíces sólidas.

Este proyecto implica ideas, teoría y práctica diaria, teniendo muy claro que los protagonistas son los padres. Es muy importante que en ese planning familiar, marido y mujer conversemos con frecuencia de si tenemos todo orientado en la misma dirección, si hemos previsto los imprevistos…  esto nos da paz y genera paz.

 

Para confeccionar el proyecto educativo de mi familia me tendré que plantear:

¿Cómo me gustaría que fuesen mis hijos?

¿Cuáles son mis objetivos?

¿Qué medios voy a emplear para conseguirlos?

¿A que voy a tener que hacer frente?

¿Qué valores, destrezas, sentimientos, aficiones… voy a ayudarles a adquirir?

Yo soy la primera que tengo que estar a gusto en mi casa, que no quiere decir que cómodamente, y aquí se da la paradoja que el estar pendiente y en actitud educativa genera descanso y, al contrario: las omisiones, la dejadez son causantes de problemas, agobios y más trabajo.  Lo tenemos comprobado: una maternidad y paternidad llevada con ilusión y profesionalidad mejoran la personalidad. Cuesta comprenderlo, pero gran parte de nuestra felicidad viene por ahí.

Está claro que la convivencia es dificultosa ya que fundamentalmente convivir es quererse y respetar la libertad de los demás, aunque siempre habrá mil razones ¡excusas! Para imponer de una forma u otra nuestro criterio a los demás. Pero esa convivencia es más fácil si desarrollamos una serie de hábitos (o valores o actitudes o modos éticos de conducta) como son:

Paciencia (No es una virtud desfasada) Es el arte de saber esperar sin prisas. Los nervios no facilitan la convivencia en cambio se beneficia con todo lo que sea tranquilidad y serenidad. Las personas nos hacemos con el tiempo y no sirve de nada intentar moverlo.

Delicadeza: Mi mensaje claro es: ¡no a las palabras malsonantes, o insultos! La ironía sólo paraliza y genera malos sentimientos. El tono de voz con que hablamos influye en el ambiente. ¿Habéis probado a hablar un poco más bajito? ¡Resulta de lo mas pacificador y gracioso! Delicadeza no es cursilería, “ni estar de visita en mi propia casa”, es algo mucho mas serio e importante porque toca el nervio de las relaciones humanas: se trata del respeto mutuo.

Sentido del humor: une tanto reírse juntos. Sin esto la vida desemboca en tragedia. La risa impide que demos más importancia a los hechos de lo que le tienen. Es verdad que aquí también influye el temperamento, pero la decisión de cómo interpretar la vida, es nuestra. Vamos a intentar desdramatizar situaciones. Los padres optimistas – o que intentan serlo – generan hijos seguros y asertivos.

Orden: otro gran pacificador:  se trata de tener muy claro la jerarquía que doy tanto de los valores como de las actividades. No es menos importante el orden material “cada cosa en su sitio, un sitio para cada cosa” y que todos sepan qué cosas y en que sitios, porque si sólo lo sabe la madre…. Aunque recoger juguetes, o carpetas, o retirar los cubiertos de la mesa, en principio suponga una guerra…una vez conseguido ¡viene la paz!

Otro día hablaremos de la comunicación, que es uno de los ingredientes básicos e insustituibles de todo hogar. ¡Mucho ánimo, sólo con plantearte modificar… Has recorrido la mitad del camino!

Por INMACULADA LLUCH BAIXAULI

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