La ecopediatría palabra que procede del griego y latín (oikos. ambiente, paidos: niño e iatreia: cuidado) se podría definir como el estudio, evolución y tratamiento del niño en su ambiente.
Actualmente y dada la estructura de la sociedad, deseo enfocar la ecopediatría como el desarrollo del niño en la época preadolescente y adolescente en relación con la familia, la ciudad, la escuela, la nutrición y los medios de comunicación social en el más amplio sentido de la palabra.
La familia
Comenzando con el primer punto, la familia, no es necesario decir que quizás sea el factor más importante que va ha actuar sobre el desarrollo tanto físico, como psíquico y nutricional del niño, preadolescente y adolescente.
En estos últimos veinte años, la célula más íntima de la sociedad es decir la familia, ha sufrido una desestructuración en nuestro país de una forma alarmante, por tanto, ha trasformado la evolución psicológica, física y nutricional de nuestra infancia, preadolescencia y adolescencia.
Sin querer dar una visión negativa, tenemos que reconocer que la desestructuración familiar con todo lo que significa en los aspectos del desarrollo de la personalidad infantil ha sufrido un retroceso que poco a poco nos obliga a todos los que de una forma u otra estamos encargados de la salud de la sociedad tanto física, psíquica como nutricional, a tener en cuenta esta transformación e iniciar una campaña de información, siempre positiva y basada en la importancia de la unidad familiar, trascendental si queremos tener una próxima generación en perfectas condiciones físicas, psíquicas, morales y nutricionales, es decir, colocar al adolescente en la etapa adulta en condiciones ideales para que tenga una vida plena en su futuro.
La ciudad
Este segundo punto también tiene gran trascendencia en el desarrollo de la infancia. En vez de ser un lugar de encuentro social, formativo, apacible, se ha convertido, sobre todo, en las grandes ciudades en un sitio estresante donde prima la velocidad y la agresividad, y el trabajo absorbente. Y se ha sustituido el lugar de fortalecimiento contínuo, sereno y perseverante de la personalidad infantil, por una ciudad que “descentra la posibilidad de esta formación”
Deberemos de hablar actualmente de los grandes “cinturones de hierro” que por desgracia rodean a estas ciudades.
La drogadicción, la promiscuidad, el analfabetismo, el empobrecimiento moral y económico en la mayoría de estas familias que vive en condiciones infrahumanas, hace que el conjunto de la ciudad hoy en día sea un ambiente hostil para el desarrollo completo de la personalidad adolescente y preadolescente.
No deberemos de dejarnos vencer por esta realidad y entre todos los que lean estas líneas deberemos insistir en la necesidad de “romper” con estos cinturones de hierro, para que sean un lugar vivible para toda la sociedad.
No quiero olvidar la inmigración que en estos momentos está pasando una etapa tremendamente difícil que también nos debe preocupar en nuestro afán de mejorar la sociedad.
La escuela
Debe de ser en mi opinión un centro donde se enseña, se forma, y se aprenda a aplicar correctamente el tiempo de “ocio”, que sirva como colofón a la formación y no desinformación de lo aprendido.
Hay que pensar que la escuela debe de ocupar aproximadamente un 20% de lo que el preadolescente y adolescente debe de conocer, de informarse y formarse para llegar a ser un hombre que brinde a la sociedad, lo que la sociedad espera de él.
El resto debe de pertenecer al medio familiar, bien organizado y que, por supuesto como anteriormente me refería, no se contrapone a que la mujer trabaje, ya que incluso esto debe de enriquecer la experiencia para la formación integral de la persona.
El “rol” del padre y de la madre da un equilibrio sensato y enriquece el medio familiar.
En el más amplio sentido de la palabra, la escuela debe junto con la familia de ayudar a la formación integral de este ser hoy adolescente que mañana será la generación del futuro.
La nutrición
La nutrición es básica para el desarrollo final de la etapa infantil y por supuesto es fundamental en la etapa adulta.
En general, hoy en día se come mal, desde el punto vista cualitativo y cuantitativo y además prácticamente no se come, se “engulle” con las consiguientes consecuencias.
Las comidas deben de ser un acto social, donde la familia comenta, enseña y aprende a ser sociable, a saber, nutrirse, y a conocer los abatares de toda la unidad familiar.
Hoy por desgracia existe un invitado mudo como ya en otras ocasiones he tenido la oportunidad de decir, que es la televisión, el smartphone. Este invitado se ha introducido en los hogares para “cortar” este pequeño tiempo de conversación enriquecedora para cada persona de la unidad familiar.
Los niños en cualquier etapa de su vida, desde la lactancia hasta la adolescencia deben de aprender a comer, y sus profesores deben de ser sus padres; cuando digo comer no solamente me refiero a lo puramente educacional, sino a conocer, paladear, y discernir sobre los diferentes nutrientes sanos y menos sanos para su salud.
Si hablamos de la comida en las escuelas, en general no es correcta; es hipercalórica y con exceso de ácidos grasos saturados, ya que la economía que prima hoy en día así lo exige.
Nueva campaña que debería comprometer a todos nosotros para denunciar esa forma de nutrirse.
En general, todavía las familias no comprenden y por tanto no utilizan una alimentación cardiosaludable, que en la etapa adulta tendrá por tanto sus consecuencias: obesidad, hipertensión, factores de riesgo cardiovascular, que ya se inician la mayoría de veces en la etapa infantil.
En un estudio realizado por mí en la Universidad de Navarra, y posteriormente en la Universidad Complutense de Madrid donde se obtuvieron los mismos resultados, observamos que el 25% de niños de 4 a 16 años eran hipertensos, o hipercolesterolémicos, y obesos, es decir, tenían algún factor de riesgo cardiovascular.
Lo más sorprendente es que esto no sucedía en las familias económicamente menos favorecidas sino precisamente en aquellas en el que el nivel sociocultural y económico era más elevado, y eso se debía al fast food “alimentación rápida”, take away “alimentación para llevar al colegio”. Hoy en día, por ejemplo, se ha demostrado que la hipertensión del adulto se relaciona con la degradación de los aceites que son “multiutilizados” para freír los diferentes nutrientes, fundamentalmente por los polímeros y componentes polares del mismo como residuos.
Es importante conocer la correcta nutrición para evitar por ejemplo la obesidad, ese gigante dormido que se está despertando. Se ha demostrado, por ejemplo, que cuando los padres son obesos, existe un gran riesgo de que sus hijos sean obesos, disminuyendo este riesgo si uno de los dos es obeso y el otro delgado o los dos son delgados, quizá por la incorrecta nutrición familiar.
Es necesario decir que las llamadas “bebidas blandas” aumentan 188 calorías al día, entre los niños preadolescentes y adolescentes que las ingieren, a diferencia de aquellos que no están acostumbrados a tomarlas.
En los últimos treinta años ha habido un 50% más de niños que comen en restaurantes de fast food, con lo que conlleva el aumento de los factores de riesgo cardiovascular.
Los medios de comunicación social
El último punto que deseo desarrollar es la influencia que los medios de comunicación social, en el más amplio sentido de la palabra, tienen sobre el desarrollo de la personalidad física, psicológica y nutricional de los niños.
La televisión, radio, vídeojuegos, consolas, redes sociales… han sustituido en gran parte la actividad principal del tiempo libre y del ocio: el deporte.
Se dice actualmente que los vídeojuegos han paliado en parte el sedentarismo de ver la televisión, por el movimiento que se realiza con las extremidades superiores. Yo diría que no: que el gasto energético es el mismo en las dos formas de emplear el ocio, solamente que se evita el comer “palomitas” con las consolas, con el riesgo de sedentarismo, hipertensión, obesidad, aislamiento, hipercolesterolemia que es el mismo al no realizar el gasto energético que supone el ser “deportista”.
Es necesario que cambiemos el estilo nutricional, sedentario y en gran parte psicológico de nuestra sociedad para que los preadolescentes y adolescentes tengan una vida adulta feliz.
Por IGNACIO VILLA ELÍZAGA