- A cada miembro de la familia hay que quererlo, por quien es, tal como es
- Interesarnos sinceramente por lo que nos cuentan
- Estar al día (No decir: “en mis tiempos, en mi juventud, en mi… etc.”)
- No ser “el amo”: exigente en comidas, servicios…
- No ser maniático del orden: vivir el orden sin neurosis
- Demostrar a los hijos, con el ejemplo, que el trabajo no es un castigo de Dios
- Vivir detalles de optimismo. Sacar el mejor partido posible a cualquier situación
- Sonreír todo lo que se pueda. Sonreír ayuda a vivir. Aunque a veces cueste
- No dejar pasar la ocasión de decir algo cariñoso: ¡Animar!
- No dejar que cosas sin importancia tomen cuerpo: cortar al inicio
- Confiar siempre en los hijos. La confianza acaba desarmando
- Dar importancia a cada uno de la familia. Tratarles individualmente
- Ante la TV: Diálogo. Coherencia: “Lo que mancha a un niño mancha a un viejo”.
- Celebrarlo todo (santos, cumples, aniversarios…) Romper la monotonía
- Celebrar no es: gastos extraordinarios, sino estar más pendientes unos de otros
- Hacer que los hijos se quieran entre sí (No: envidias, rencores, agravios comparativos)
- Recuperar a quien se haya quedado separado (por ejemplo: por una bronca)
- Pedir perdón si se hizo algo mal. Esto no merma la autoridad, al revés. También padres
- Nunca reñir cuando se esta enfadado. Dejar enfriar
- Reñir individualmente. Salvo que haya que aclarar algo, o rehabilitar. No humillar
- Romper las discusiones. No “acorralar”, dejar una “salida”, sobretodo en el matrimonio
- No plantear batallas en cosas sin importancia
- Contar cosas profesionales en casa: dar a conocer qué hacemos, ilusiones, planes…
- Enseñar a los hijos a rezar: tratar a Dios como Padre. No agobio, inoportuno, antipático
- Dejarles hablar, hablar… Disponibilidad total de tiempo: ver su ritmo y sus horas de…
- Dedicar tiempo a la familia: a más escasez, más calidad. Preverlo.
- Conseguir que estén bien en casa, que puedan traer a casa a sus amigos (confianza)
- Ser realistas en las exigencias a los hijos. (No exigimos a un “profesional”)
- La familia es de todos, no solo de los padres. Compartir responsabilidades de todo tipo
- El matrimonio no es una pareja de solteros que duermen juntos legalmente. Al unirse constituyen algo nuevo “nosotros”: hay que consensuar: ceder, cambiar aficiones, costumbres, para hacer realidad en el día a día ese amor debido al otro.
Por CHARINA LOPEZ